Tenemos de todo: móviles de última generación, ipads, ordenadores, televisores de plasma con alta definición, camisas, pantalones, zapatos, muebles, coches, casa en donde habitar y, en muchos casos, otra para las vacaciones… En realidad, pensándolo bien, no nos hace falta casi de nada, por lo tanto, el consumo se ha frenado y mucho más cuando el paro ha alcanzado una cifra récord, los sueldos son cada vez más míseros y los impuestos no paran de subir con el objeto de pagar los intereses de la desorbitada deuda nacional.
Ahora dicen que con la “línea crediticia” que Europa ha abierto para España, los bancos dispondrán de liquidez para facilitar que el crédito fluya. Pero el problema no es a quién se le va a dar, sino quién es el que lo va a pedir, porque ¿dónde está el atrevido que va a solicitar un crédito para montar un negocio, por pequeño que sea, tal y como está la cosa? Y más cuando ve, sin ir más lejos, que en Córdoba, recientemente, han cerrado algunas de las superficies de venta de muebles más señeras de los últimos lustros, los concesionarios de coches solicitan ayudas en cuanto apenas venden ejemplares a pesar de que algunos autos que circulan por la calle sólo andan cuesta abajo, las tiendas de ropa cierran una tras otra porque la gente tira con lo que tiene del año pasado o del otro, las de regalos y decoración brillan por su soledad, incluso el nuevo Corte Inglés se ha convertido en un extraordinario y climatizado lugar de paseo, donde todos miran y muy pocos compran…
Incluso los bares, el mejor termómetro para medir el consumo, como ya dijo Pedro Solbes, allá por 2008, cuando invitó a “pasear por los de Madrid” para negar la crisis, están tocados. El bar, negocio que exige un sacrificio destacable y que, al menos, casi siempre era rentable, ahora no tiene demasiado futuro, visto los más de seiscientos que han cerrado en la provincia cordobesa en los últimos cinco años y la escasez de clientela de muchos de los que todavía resisten la embestida de la crisis.
En realidad, los únicos negocios relativamente productivos en la actualidad son los de alimentación; puesto que comer, tenemos que comer. Es más, nos vemos abocados a hacerlo todos los días, y para más inri, desde hace varios siglos, varias veces cada jornada. Por lo tanto, comida es lo único que estamos obligados a comprar para seguir sobreviviendo…, y de hecho son las tiendas de alimentación las que se mantienen con cierta estabilidad, a pesar de que esos carros rebosantes de infinidad de productos, se ven cada vez con menos frecuencia.
No termino de verle la salida a esta crisis, y cuando recurro a la Historia observo que nunca en la misma ha habido un periodo de paz tan duradero, ni siquiera en la Pax Romana, que era en realidad una paz interna, sin guerras civiles, mientras se combatía en las fronteras. Nunca ha habido un periodo en el que lo único que hemos hecho sea construir, en el que, excepto algunos conceptos morales y sistemas políticos, nada se ha destruido. Me da la impresión de que estamos en la antesala de un nuevo conflicto y de importantes dimensiones… Aunque, a lo mejor, mañana no me levanto tan pesimista y las consecuencias las veo de menor calibre.
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